16 abril 2010

¿QUEN FOI JUAN CANALEJO?

“Juan Canalejo”: un hospital con nombre de terrorista
(Texto de Benjamín Balboa en Rebelión de 29-10-05)
El hospital provincial de A Coruña lleva el nombre de un pistolero fascista, uno de los principales organizadores durante los años de la República de la estrategia terrorista contra la convivencia democrática y las libertades ciudadanas, que desarrolló en aquellos años la organización conocida como Falange Española. Juan Canalejo es un doloroso recuerdo del terror falangista y de la dialéctica de odio y muerte con la que esta organización, humillada en las urnas por los trabajadores, aniquiló la esperanza democrática de la República.



En 1931, el año en que la ciudadanía proclamó la República pacíficamente, se formó en el entorno de algunos alumnos de la Escuela de Comercio de A Coruña un grupo de conspiradores, hijos de familias acomodadas vencidos por la tentación fascista, que contactaron bien pronto con las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), uno de los grupúsculos de inspiración fascista que luego se fundiría en Falange. En 1934, Canalejo –antiguo teniente de intendencia del ejército- que se había acogido a la ley Azaña y se había retirado del Ejército cobrando su paga íntegra, se une al grupo y les reorganiza en “Primera Línea”, iniciando así una escalada de acciones violentas y provocaciones de todo tipo. Crueles palizas y vejaciones son la marca del grupo: Canalejo se hace famoso por hacer tragar gasolina a sus víctimas –campesinos, marineros, obreros miembros de los sindicatos- antes de abandonarlas apaleadas.
Los escuadristas azules atacan a militantes de izquierda, asaltan locales, disparan a las manifestaciones; su objetivo es crear inseguridad, extender el terror e impedir que la República construya en paz una España moderna y democrática. Canalejo destaca muy pronto como un escuadrista voacional, es un hombre de acción. El propio José Antonio Primo de Rivera se referirá a él como alguien a quien le faltaba algo de orientación teórica; lo suyo era la práctica de la violencia, los hombres que se formaron con él fueron los verdugos que ensangrentaron A Coruña en el verano de 1936.


A partir de 1934 la acción de los falangistas se basa en la provocación continua y en acudir a la puerta de los cuarteles para ofrecerse como voluntarios para el golpismo en el que cifran sus esperanzas. Canalejo, por su condición de exmilitar, jugará un papel relevante en las relaciones entre militares simpatizantes del golpismo y las escuadras de asesinos de Falange.

Canalejo se ofrece a las autoridades militares de la época junto con sus hombres para atacar a los huelguistas de Octubre de 1934, participa en tiroteos de hostigamiento a los mítines de las organizaciones de izquierda o republicanas. Junto con sus escuadristas intentó reventar un importante mitin del Presidente Azaña, donde se abriría paso a golpes y pistola en mano. Pero a raíz de un asalto al Casino Republicano de la ciudad sería finalmente detenido por la Guardia Civil.

La ridiculez de los resultados electorales de Falange y la unión de los partidos democráticos en la marcha hacia lo que sería el Frente Popular ganador de las elecciones de febrero de 1936, les empujan de forma definitiva a la acción terrorista; la playa de Bastiagueiro, además de otros campamentos clandestinos, será testigo de sus prácticas de tiro, con armas cortas y largas, proporcionadas por algunos militares de la guarnición y que ya se preparaban para atentar contra el gobierno constitucional.

En junio de 1935 Canalejo lleva a cabo el robo de los archivos de afiliados a Izquierda Republicana de A Coruña. Primo de Rivera visita en marzo de 1935 y anuncia que “la próxima revolución la ganarán sus camisas azules con el fusil en la mano”. Los fusiles robados por los militares golpistas serán entregados a los hombres de Juan Canalejo llegado el momento y con ellos serán asesinados cientos de coruñeses no mucho más tarde.

La formación del gobierno republicano apoyado por el Frente Popular en febrero de 1936 lleva a Falange a extremar sus acciones y a intentar coordinarlas mejor. Llamado a Madrid para estas tareas conspirativas, Canalejo es detenido de nuevo. En los días en los que comenzó la lucha por Madrid, con las tropas fascistas a apenas un par de kilómetros de la Cárcel Modelo, la evacuación de los presos allí retenidos se convirtió en un asesinato masivo, cuando algunas de las expediciones de presos fueron desviadas. Unos dos mil quinientos prisioneros fueron asesinados, entre ellos numerosas personas contra los que no existían cargos de ningún tipo. Todos ellos tenían derecho a un juicio justo y a que su vida fuese garantizada por las autoridades republicanas. La noticia de su muerte estremeció a todo el país, la práctica totalidade de los dirigentes republicanos manifestaron su horror ante el hecho y la sensación de que se había cometido un crimen fue general. Juan Canalejo Castells fue de los primeros en morir –el 6 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama- junto con otros destacados dirigentes fascistas. Sus asesinos convirtieron en víctima a quien no fue más que un verdugo vocacional toda su vida e impidieron que fuese juzgado por sus crímenes y su condena sirviera de ejemplo.

Después del golpe contra la República el 18 de julio de 1936, los escuadristas de Canalejo serían los verdugos voluntarios en los días de horror que siguieron al triunfo golpista en la ciudad. Serán quienes organizarán la matanza de ciudadanos demócratas, de miembros de asociaciones culturales, sindicales y políticas con la que aniquilaron a toda una generación y sumieron a Galicia en el horror. Canalejo jugó en ese proceso un papel clave, no sólo fundacional, sino determinante en la evolución homicida del mismo.

Juan Canalejo Castells (Texto de J.J. Sánchez Arévalo en La Opinión de A Coruña de 17-7-07)

Sus padres eran dueños de un horno panadería en la de aquella calle del Socorro, hoy llamada Juan Canalejo.

Entra en contacto con Falange pocos días después del mitin fundacional del Teatro de la Comedia en Madrid en 1933. Tras la reorganización de mandos por la fusión de FE y las JONS se constituye el Triunvirato en A Coruña del que forma parte Canalejo, así como del triunvirato provincial.

En julio de 1934 Ledesma Ramos visita la provincia, celebrándose concentraciones en Bastiagueiro –con cerca de 30 personas- y Cabanas. Canalejo no acude a la reunión porque se encuentra en la cárcel por colocar una bandera de Falange en el local de un partido de izquierdas en Ferrol. Fue puesto en libertad pocos días antes de la huelga general revolucionaria de octubre de 1934. El 1 de noviembre de 1934 Canalejo entra en el Casino Republicano o de la Comedia en Madrid en 1933. Tras la reorganizaciias manifestaciones; su objetivo es crede A Coruña, sustituyendo la bandera republicana por una de Falange. En el I Consejo Nacional se le nombra jefe provincial de A Coruña. En noviembre de 1935, tras el II Consejo Nacional, se le nombra jefe territorial de la Primera Línea de Falange en Galicia, por iniciativa de José Antonio. Su nombramiento casi provoca la escisión de Falange en Galicia, finalizando con la división en dos jefaturas provinciales de la Jefatura Provincial de Vigo. En abril de 1936 entran en la cárcel coruñesa aproximadamente 30 falangistas, debido a la prohibición del partido decretada por el Frente Popular. Juan Canalejo no está en este grupo, debido a una filtración: concretamente del teniente coronel Benito de Haro, implicado en la conspiración, posterior sublevación y represión. Era un personaje muy protegido en estos meses, e incluso durante días se esconde en un domicilio particular de Betanzos.

A Coruña, 1936. Memoria convulsa de una represión (Texto do libro de Luis Lamela. Ediciós do Castro 2002)

Juan Canalejo, junto a su hermano Antonio –practicante sanitario- fueron expulsados del Partido Republicano Radical de Lerroux al ser sorprendidos el 15 de julio de 1934 en el local social colocando pasquines de propaganda fascista.

Los poderes fácticos, siempre conservadores y monárquicos en España, poco a poco iban interesadamente convenciendo a los militares de que la República significaba desorden y anarquía, además de subvencionar susbstancialmente a numerosos grupos ultraderechista y monárquicos, entre los que abundaban los militares en activo -y los retirados por la Ley Azaña, caso en A Coruña de Juan Canalejo Castells, entre otros-, que subvertían constante y gravemente el orden social republicano con el único objetivo de destruir la II República de forma traumática y conquistar nuevamente el Estado que habían perdido en las urnas en febrero de 1936.
En relación a la represión ejercida por los grupos incontrolados o de apoyo da por los grupos incontrolados o abepublicano con el rechistra y monaes de que la Repopaganda fascista.a la represión legal militar, conocemos la composición de las brigadas del amanecer de la ciudad, en cuanto que estaban integradas por miembros de las fuerzas del orden público -principalmente de la Guardia Civil-, de la organización falangista, de los japistas (Juventudes de Acción Popular) y también de la milicia civil armada Caballeros de La Coruña.

Los fusilamientos, los paseos, los encarcelamientos y las depuraciones serían orquestados -ante una sociedad callada, temerosa y externamente consentidora- como simples actos de justicia. Los tribunales militares -los civiles estaban sometidos a la jurisdicción de aquellos-, apoyados paralela e eficazamente por los llamados señores de la noche, funcionaron como rigurosos inquisidores y grupos de ejecuciones masivas por medio del paseo y no como defensores de unos derechos humanos gravemente pisoteados.
Entre el 20 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 fueron asesinadas 559 personas en A Coruña, a consecuencia de la represión franquista (482 hasta el 31 de diciembre de 1936). www.memoriadacoruna.com

1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

He utilizado la imagen de esta anotación en mi blog.

De los tres textos que aparecen en la anotación, el más serio en mi opinión es el de J. J. Sánchez Arévalo. A Luis Lamela lo pierde su parcialidad a la hora de hacer hagiografía sobre los perdedores de la guerra, pero es alguien documentado, aunque ensalce lo favorable, y calle lo que le es contrario. En cuanto a lo que escribe Benjamín Balboa, es un simple libelo sin ningún tipo de rigor y en el que da rienda suelta a la fantasía. Un saludo.