Se llaman María Tamayo Novás y Rebeca Santiso Brandariz.
Ambas pertenecen al servicio de genética del Inibic, el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña, que tiene su sede en el edificio pegado al Materno, y al mismo tiempo al laboratorio de genética y radiobiología del Centro Oncológico de Galicia.
Son coruñesas, licenciadas en Biología por la Universidade da Coruña, trabajan como investigadoras, y lo saben todo sobre la fragmentación del ADN de los espermatozoides. «Somos íntimas compañeras y amigas», comenta María, que tiene 27 años. Su colega, 33. Acaban de ser premiadas en el congreso de la Sociedad Europea de Mutagénesis Ambiental que se celebró el fin de semana en Oslo por un trabajo de largo y complicado título que les pido que sinteticen. «Una de las causas que produce la infertilidad masculina es la fragmentación del ADN de los espermatozoides. Existen varias técnicas para estudiarlos, pero son muy laboriosas y requieren de un instrumental caro y muchas horas de dedicación. En el grupo liderado por José Luis Fernández , que es nuestro jefe, con el apoyo de la Universidad Autónoma de Madrid, surgió la idea de desarrollar una nueva técnica para estudiar lo mismo de manera más sencilla y barata», explican.«Es una técnica totalmente novedosa que desarrollamos en A Coruña en el propio laboratorio y que por fin ha sido reconocida», destacan las premiadas investigadoras.
Están muy contentas con el galardón recibido en tierras noruegas, pero la realidad hace que la sonrisa desaparezca de su rostro de inmediato. «Es muy bonito recibir premios, pero la vida de investigador en España no es nada sencilla. Nos recortan por todas partes y nos fuerzan a irnos fuera», analiza María. Ojalá que algún día cambien las cosas.
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