carta publicada en www.fernocas.com/sanedrín
Soy Celador Doctora ¿eso es grave?
Las relaciones entre el personal en un hospital.
Los profesionales Sanitarios (y los hasta el momento los No Sanitarios) dedicamos nuestro quehacer a una profesión muy especial, pues no hay mayor bien para el ser humano que su propia vida, por lo que cuidar y velar de ella se erige como un valor añadido a nuestra labor. Pero...¿realmente puede tachársenos de PROFESIONALES, o llevamos inmerso en nuestro devenir laboral un halo de superioridad o grandeza que incita a la creación de conflictos interprofesionales?
La colaboración interprofesional conduce a médicos, enfermeras y otros profesionales sanitarios a compartir ideales y propósitos comunes, aportando cada uno su competencia de manera que integradas, concluyan en una responsabilidad común, servir mejor al paciente o al sujeto para el que procuramos preservación de la salud.
En las relaciones profesionales están plenamente vigentes las reglas comunes de la buena educación, las mismas que en la sociedad expresan el aprecio que cada uno siente por la dignidad del otro, pero ...¿existen dichas reglas en nuestros hospitales?
Situaciones tan elementales como saludar correctamente, tanto al enfermo como al “subordinado” y unos “buenos días” a la entrada del trabajo, ni es costoso ni hace perder puntos, y no me sirve que se ampare dicho despropósito en situaciones de desproporcionalidad, aumento de cargas de trabajo o stress. En mis años como profesional NO-sanitario, y visto desde el púlpito de mi tarea cotidiana observo que la diferencia entre rangos y escalafones jerárquicos presentes, es más patente y latente. Hacer uso adecuado del tuteo, pedir las cosas por favor, dar gracias por la ayuda obtenida, saber disculparse sin creer que por ello se está “rebajando” ante el otro o llamar a por su nombre o apellido, anteponiéndole el término de cortesía o título que corresponde es una utopía cuando la relación es descendente. ¿Por qué entre “rangos” iguales al menos de cara a la galería, si se marcan y cumplen estas pautas, sin embargo entre rangos desiguales el despotismo aún está presente en algunos rincones del hospital? Recuerdo el no muy lejano artículo del sabio Lador titulado “Servilismo o Servicial” y a él acudo para volver a recalcar que en una sociedad moderna, debiéramos enterrar comportamientos ancestrales y adecuar el quehacer a unas relaciones interprofesionales lógicas e idóneas, desterrando el “Burnout” de nuestros comportamientos.
En una de las entrevistas presente en la Web, realizada a la Psiquiatra Dra. Sevilla me ha hecho recapacitar la siguiente respuesta:
-Soy celador doctora ¿Eso es grave? Contestando:
“Depende. Hay personas que hacen lo que les gusta y eso es una suerte para ellos, para sus compañeros, para el trabajo que realiza, para su empresa, para las personas beneficiarias de ese trabajo. A mi estos últimos son los que me gustan, son los que realmente dignifican cualquier trabajo que realizan”.
Hagamos examen de conciencia y recapacitemos ¿hacemos lo que nos gusta o lo que nos ha tocado hacer?
Somos profesionales cualificados, o en camino de estarlo, lo que significa que todos somos acreedores de un trato de calidad especial que debe estar lejos de la frialdad rígida, pero también de las familiaridades tontas o incorrectas. Debemos recordar que debido a las características y alto valor moral y humano de nuestro trabajo, hay cuestiones que no son bien vistas ni toleradas por pacientes, familiares y otros. Y a pesar de no ser bien vistas, se mueren en la oscuridad sin ser manifestadas por quien las palpa, puesto que detrás de ellas aun permanece ese “miedo” ridículo a la toma de represalias. Hay manifestaciones del respeto profesional que no debieran obviarse, como mostrar confianza en nuestros compañeros, valoración de su competencia, estar dispuestos a comunicar (dar y recibir), las órdenes necesarias con racionalidad y mesura.
La organización que existe en los hospitales, como cualquier otra, debe tener una jerarquización de funciones y es muy importante reconocer esa auténtica autoridad, que precisamente debe estar caracterizada por ser paradigma del servicio.
No puede admitirse que exista abuso de autoridad, ni imposición de funciones que no correspondan, recordando que muchas veces, en bien del paciente, tenemos que asumir de forma súbita alguna función que no está dentro de nuestros contenidos y que resulta muy poco digno de nuestros principios éticos y humanos un indiferente “no me toca”, y en eso somos culpables tanto los E como los A o B, con un suspenso total para todos por repercusión directa de tal comportamiento en X.
Avivemos la llama del quehacer sanitario y aboguemos a que la unión por el objetivo jamás la separe el nombre ni los prejuicios, y seamos buenos profesionales, racionales compañeros y ante todo....mejores seres humanos.
fernocas
En las relaciones profesionales están plenamente vigentes las reglas comunes de la buena educación, las mismas que en la sociedad expresan el aprecio que cada uno siente por la dignidad del otro, pero ...¿existen dichas reglas en nuestros hospitales?
Situaciones tan elementales como saludar correctamente, tanto al enfermo como al “subordinado” y unos “buenos días” a la entrada del trabajo, ni es costoso ni hace perder puntos, y no me sirve que se ampare dicho despropósito en situaciones de desproporcionalidad, aumento de cargas de trabajo o stress. En mis años como profesional NO-sanitario, y visto desde el púlpito de mi tarea cotidiana observo que la diferencia entre rangos y escalafones jerárquicos presentes, es más patente y latente. Hacer uso adecuado del tuteo, pedir las cosas por favor, dar gracias por la ayuda obtenida, saber disculparse sin creer que por ello se está “rebajando” ante el otro o llamar a por su nombre o apellido, anteponiéndole el término de cortesía o título que corresponde es una utopía cuando la relación es descendente. ¿Por qué entre “rangos” iguales al menos de cara a la galería, si se marcan y cumplen estas pautas, sin embargo entre rangos desiguales el despotismo aún está presente en algunos rincones del hospital? Recuerdo el no muy lejano artículo del sabio Lador titulado “Servilismo o Servicial” y a él acudo para volver a recalcar que en una sociedad moderna, debiéramos enterrar comportamientos ancestrales y adecuar el quehacer a unas relaciones interprofesionales lógicas e idóneas, desterrando el “Burnout” de nuestros comportamientos.
En una de las entrevistas presente en la Web, realizada a la Psiquiatra Dra. Sevilla me ha hecho recapacitar la siguiente respuesta:
-Soy celador doctora ¿Eso es grave? Contestando:
“Depende. Hay personas que hacen lo que les gusta y eso es una suerte para ellos, para sus compañeros, para el trabajo que realiza, para su empresa, para las personas beneficiarias de ese trabajo. A mi estos últimos son los que me gustan, son los que realmente dignifican cualquier trabajo que realizan”.
Hagamos examen de conciencia y recapacitemos ¿hacemos lo que nos gusta o lo que nos ha tocado hacer?
Somos profesionales cualificados, o en camino de estarlo, lo que significa que todos somos acreedores de un trato de calidad especial que debe estar lejos de la frialdad rígida, pero también de las familiaridades tontas o incorrectas. Debemos recordar que debido a las características y alto valor moral y humano de nuestro trabajo, hay cuestiones que no son bien vistas ni toleradas por pacientes, familiares y otros. Y a pesar de no ser bien vistas, se mueren en la oscuridad sin ser manifestadas por quien las palpa, puesto que detrás de ellas aun permanece ese “miedo” ridículo a la toma de represalias. Hay manifestaciones del respeto profesional que no debieran obviarse, como mostrar confianza en nuestros compañeros, valoración de su competencia, estar dispuestos a comunicar (dar y recibir), las órdenes necesarias con racionalidad y mesura.
La organización que existe en los hospitales, como cualquier otra, debe tener una jerarquización de funciones y es muy importante reconocer esa auténtica autoridad, que precisamente debe estar caracterizada por ser paradigma del servicio.
No puede admitirse que exista abuso de autoridad, ni imposición de funciones que no correspondan, recordando que muchas veces, en bien del paciente, tenemos que asumir de forma súbita alguna función que no está dentro de nuestros contenidos y que resulta muy poco digno de nuestros principios éticos y humanos un indiferente “no me toca”, y en eso somos culpables tanto los E como los A o B, con un suspenso total para todos por repercusión directa de tal comportamiento en X.
Avivemos la llama del quehacer sanitario y aboguemos a que la unión por el objetivo jamás la separe el nombre ni los prejuicios, y seamos buenos profesionales, racionales compañeros y ante todo....mejores seres humanos.
fernocas
3 comentarios:
Nos desprecian porque nos temen, y nos temen porque nos saben irreductibles
carrouxo,non despreciamos a ninguén,o que pasa é que algúns de nós non sabemos manter as formas,e a hora de berrarlle a alguén,millor a un celador que a unha enfermeira.
pero que saibades que sempre tendes un lugar nas nosas tertulias, eso sí a maior parte das veces para poñervos a caldo,pero sempre nos acordamos de vós.
é broma.
sabemos do voso compromiso e bo facer,aínda que as veces,nin nos nin os vosos xefes o valoremos.
saúdos compañeiro.
por valorar non nos valoramos ni nosotros mismos.
así nos va.
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